Donde la Música se Vuelve Memoria

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Invocando El Portal de la Música

En los albores del tiempo, antes de que existiera el lenguaje,
el universo vibraba en un silencio que no conocía el nombre del sonido.
Un rayo de luz rozó las aguas, y en esa primera oscilación nació el ritmo.
Los árboles respiraron, el viento aprendió a cantar,
y la tierra guardó esa vibración como un recuerdo sagrado.

Desde entonces, quien invoca el sonido despierta la memoria del mundo.

“Sonido, despierta. Memoria, canta.”
 

El Sonido que Despertó en 1974

Recuerdos del tiempo en que la música aún aprendía mi nombre

A comienzos de 1974 crucé por primera vez las puertas del Centro de Orientación Musical “Francisco Cristancho”.
No sabía entonces que aquel salón de techos altos y olor a madera sería el inicio de todo. Entre pentagramas,
tazas de café tibio y dos maestro que enseñaban a escuchar el silencio, descubrí que la música no se aprende: se recuerda.
Fue allí donde las cuerdas comenzaron a respirar, donde el arco se volvió brújula, y donde cada nota trazó el mapa
de una vida que desde entonces vibra con cada sonido.
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El Sonido que Despertó en 1974

A comienzos de 1974 ingresé al Centro de Orientación Musical “Francisco Cristancho”, donde permanecí hasta finales de 1978.
Allí cursé y aprobé satisfactoriamente los semestres básicos y superiores de Teoría de la Música y Solfeo bajo la guía del maestro Francisco Cristancho.
Durante esos años también me inicié en el violín, instrumento que me abrió el camino hacia la viola, de la mano del maestro Mauricio Cristancho.
Aquella etapa, marcada por disciplina y asombro, fue el punto de partida de una vida consagrada a la música.

 

El Sonido que Despertó en 1974

Recuerdos del tiempo en que la música aún aprendía mi nombre

A comienzos de 1974 crucé por primera vez las puertas del Centro de Orientación Musical “Francisco Cristancho”.
No sabía entonces que aquel salón de techos altos y olor a madera sería el inicio de todo. Entre pentagramas,
tazas de café tibio y dos maestro que enseñaban a escuchar el silencio, descubrí que la música no se aprende: se recuerda.
Fue allí donde las cuerdas comenzaron a respirar, donde el arco se volvió brújula, y donde cada nota trazó el mapa
de una vida que desde entonces vibra con cada sonido.
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El Sonido que Despertó en 1974

Recuerdos del tiempo en que la música aún aprendía mi nombre

A comienzos de 1974 crucé por primera vez las puertas del Centro de Orientación Musical “Francisco Cristancho”.
No sabía entonces que aquel salón de techos altos y olor a madera sería el inicio de todo. Entre pentagramas,
tazas de café tibio y dos maestro que enseñaban a escuchar el silencio, descubrí que la música no se aprende: se recuerda.
Fue allí donde las cuerdas comenzaron a respirar, donde el arco se volvió brújula, y donde cada nota trazó el mapa
de una vida que desde entonces vibra con cada sonido.
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El Sonido que Despertó en 1974

Recuerdos del tiempo en que la música aún aprendía mi nombre

A comienzos de 1974 crucé por primera vez las puertas del Centro de Orientación Musical “Francisco Cristancho”.
No sabía entonces que aquel salón de techos altos y olor a madera sería el inicio de todo. Entre pentagramas,
tazas de café tibio y dos maestro que enseñaban a escuchar el silencio, descubrí que la música no se aprende: se recuerda.
Fue allí donde las cuerdas comenzaron a respirar, donde el arco se volvió brújula, y donde cada nota trazó el mapa
de una vida que desde entonces vibra con cada sonido.
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El Sonido que Despertó en 1974

Recuerdos del tiempo en que la música aún aprendía mi nombre

A comienzos de 1974 crucé por primera vez las puertas del Centro de Orientación Musical “Francisco Cristancho”.
No sabía entonces que aquel salón de techos altos y olor a madera sería el inicio de todo. Entre pentagramas,
tazas de café tibio y dos maestro que enseñaban a escuchar el silencio, descubrí que la música no se aprende: se recuerda.
Fue allí donde las cuerdas comenzaron a respirar, donde el arco se volvió brújula, y donde cada nota trazó el mapa
de una vida que desde entonces vibra con cada sonido.
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El Sonido que Despertó en 1974

Recuerdos del tiempo en que la música aún aprendía mi nombre

A comienzos de 1974 crucé por primera vez las puertas del Centro de Orientación Musical “Francisco Cristancho”.
No sabía entonces que aquel salón de techos altos y olor a madera sería el inicio de todo. Entre pentagramas,
tazas de café tibio y dos maestro que enseñaban a escuchar el silencio, descubrí que la música no se aprende: se recuerda.
Fue allí donde las cuerdas comenzaron a respirar, donde el arco se volvió brújula, y donde cada nota trazó el mapa
de una vida que desde entonces vibra con cada sonido.
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